TACNA

FREDY GAMBETTA
Tacna, la ciudad donde he nacido, no fue fundada por los españoles. Se fue haciendo como la querían sus hijos.

Aquí, entre los cerros Arunta y el Intiorko y a la sombra de sus volcanes, Tacora y Chupiquiña, se dio el Primer Grito de Libertad, en 1811. Por ello se le concedió el título de Heroica Ciudad.
Tacna, tierra madre del Vigil, el santo de la idea, “columna de mármol a orillas de un río cenagoso”, lo llamó González Prada, y de Basadre, el Historiador de la República. Cuna de Barreto, el Cantor del Cautiverio, de Jaimes Freyre y de Molina. Inspiradora de la Bohemia Tacneña y de su máximo vocero, la revista LETRAS, injustamente olvidada.
Ciudad castigada por terremotos devastadores, como los de 1833 y 1868; por la fiebre amarilla, en 1869, y por la guerra, empieza su cautiverio el 26 de Mayo de 1880. Pocas ciudades pueden exhibir más grande martirologio.

Tacna, mi ciudad, resistió con estoicismo su calvario. Vio como se cerraban sus escuelas, sus iglesias y sus diarios. Tres bastiones en los que la peruanidad bullía. Entonces, la resistencia se trasladó al interior de los hogares. Cada hogar se convirtió en un altar clandestino para recordar al Perú ausente, para alimentar la esperanza de volver al regazo de la madre patria peruana.

Nada pudo lograr la chilenización de Tacna. Ni los halagos, ni los premios, ni las nuevas construcciones, las enseñanzas de los maestros, que llegaron del sur, o las crónicas que notables periodistas escribían. Tampoco pudieron convencerla las amenazas, las persecuciones a sus hijos, las cruces negras pintadas a la sombra de la noche, la muerte de los inocentes.
Tacna, democrática ciudad que se ganó el derecho de ser otra vez peruana. Ciudad hecha de granado, de vilca, de canción, que se despierta y dormita arrullada por el rumor del Caplina, su generoso río niño y subterráneo; ciudad de callejones y de flores que la adornan todo el año, perfumando el desierto.
En resumen, ciudad hecha al pedido de sus hijos, eterno ejemplo de lealtad.

FREDY GAMBETTA.- Poeta, escritor y periodista tacneño. Le llaman el CRONISTA DE TACNA. Le han otorgado el PREMIO MUNICIPAL FOMENTO A LA CULTURA y la MEDALLA DE LA CULTURA.Autor de poemarios, libros de crónicas, un ensayo biográfico, relatos históricos y una novela histórica.Ha publicado en el Perú y en el extranjero. Sus poemas y crónicas han sido traducidos al inglés, portugués e italiano.
TEXTO 1

“ De la plaza recuerdo dos palmeras solitarias, una delante de la Catedral y la otra en la glorieta, con la estatua de Colón; y recuerdo también las acacias y el jacarandá del jardín cerrado por una reja de fierro, la bellísima pila y las torres de la Catedral inconclusa como mástiles rotos sobre un barco varado que hubiese sobrevivido en parte a una tempestad silenciosa.”

JORGE BASADRE “Infancia en Tacna”

TEXTO 2

“ Como oficialmente las escuelas peruanas habían sido clausuradas, asistí a un plantel de primeras letras y de educación primaria que regentaba la señora Carlota Pinto de Gamillo, en su casa particular, en la misma plaza donde vivíamos. La enseñanza que doña Carlota, antigua maestra peruana, impartía a un grupo muy pequeño de niños, presentaba, para nosotros, las apariencias de la clandestinidad.”

JORGE BASADRE “Infancia en Tacna”

TEXTO 3

“ Sospecho que mis verdaderas maestras fueron mi madre y mi hermana Luisa y también mi nodriza Genoveva Salinas. El cariño ciego y absoluto de ésta, independiente de que yo fuese buen mozo o feo, popular o aislado, famoso o desconocido, venció al tiempo, a la ausencia, a las mudanzas de la fortuna. Tampoco he olvidado a la morena Natividad, una vieja doméstica, incorporada, de hecho, como Genoveva, a la familia.”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 4

“ El primer toque de pito del tren de Arica, a las 8 y 15 de la mañana, servía para regular muchos relojes de la ciudad. Era un tren viejísimo regido por una compañía inglesa en espléndido aislamiento y cuyo paso, quienes habían ido a otros lugares, consideraban un milagro: una locomotora pequeña y frágil, un carro para las mercaderías y un pequeño coche para pasajeros. Parecía caerse el tren con el peso que llevaba, más nunca dejaba de llegar a su destino. Y al atardecer, el que de Arica venía, anunciaba puntual y triunfalmente su llegada a las 6 y 15 de la tarde, a las 6 y 30 ya estaba en la estación y mucha gente iba a esperarlo por no tener otra cosa que hacer”.

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 5

“ Los meses de noviembre y diciembre eran los de las peras en sus diferentes variedades, entre las que tanto abundaban las “peras perillas”. El 8 de diciembre estaba señalado como día tradicional para empezar a recoger las brevas. Para la época del Carnaval venían las uvas de Locumba y comenzaban a madurar los blancos y amarillos duraznos y la suntuosa familia de los abridores y aurimelos, seguidos después por los damascos y albaricoques. Desde junio se hacía chancaca y la rubia melcocha en las chacras que cultivaban la caña de azúcar. En julio y agosto aparecían las frutillas y los zapallos. Correspondía a setiembre y octubre el breve esplendor de las naranjas oriundas del valle de Azapa en Arica”.

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 6

“ El símbolo del magro caudal de agua que ha permitido, gracias a la centenaria sabiduría de los campesinos regnícolas, el milagro de las anuales siembras y cosechas, ha sido y sigue siendo el río Caplina. Entra en la ciudad este río con todos los honores, como si fuera un huésped ilustre, al centro de la larga, anchurosa y bellísima alameda, orgullo legítimo de aquélla….El río Caplina, entonces abierto y accesible en la alameda, era fácil de atravesar, comedido paraje para que los niños jugásemos con él en cualquier momento, cual si fuera otro niño como nosotros.”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 7

“ En mi infancia y posteriormente escuché de unos pocos viejos la evocación de aquellos tiempos que, ante los más, estaban olvidados….. No faltaban, por cierto, los recuerdos del patriarca, parlamentario, polemista, ideólogo Vigil; del coronel Camilo Carrillo, más tarde fusilado con Salaverry, que tanto hizo por la ciudad destruida después del horrible terremoto de 1833; del cura Sors, antiguo guerrillero carlista que trabajó mucho por la educación y trazó los planos del hospital y del cementerio; o de los Presidentes que se interesaron por el progreso y bienestar de Tacna: Castilla, Echenique, Balta, Manuel Pardo.”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 8

“ Económicamente la población se desarrolló en forma extraordinaria a comienzos y a mediados del siglo XIX. De Potosí bajaban a Tacna, a lomo de mula, pesos fuertes; y, en sentido inverso, subían víveres, armamento, vestuario, diversas mercaderías y muchísimas otras cosas por la ruta de Tacna, a Palca, a Tacora y en seguida a Santiago y Nasacara, si se iba a La Paz y, en caso de ir a Oruro, a Cosapilla y Pichigas. Destacaron, ya en las primeras décadas del siglo, arrieros honrados y activos como Eustaquio Palza y Francisco Gil, de Pachía, los Madueño de Lluta y otros.”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 9

“ Las obras públicas llevadas a cabo durante la época republicana, antes de 1879, fueron: la casa de gobierno; la plaza del mercado; la cárcel pública; la Plaza de Armas con su fuente de bronce, gemela de las que adornan la Plaza de la Concordia en Paris, el Paseo de Palermo en Buenos Aires y una Plaza en Nueva Orleáns; el Pasaje Vigil; la aleada con estatuas de mármol, arcos y columnas de piedra labrada y una pintoresca glorieta, que luego desaparecieron; la avenida Dos de Mayo circundada de árboles y de pilastras de fierro de las que pendías cadenas; ….”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna2

TEXTO 10

“ … la Catedral, ambicioso edificio contratado con la casa Eiffel de París, que quedó inconcluso; el hospital de San Ramón, llamado así en recuerdo de Ramón Castilla; el Matadero; el Lazareto, el Cementerio; dos iglesias; un hipódromo; dos teatros; dos establecimientos de baños públicos; los servicios de agua potable y de alumbrado público y privado a gas.
La guerra surgida entre el Perú, Chile y Bolivia, en 1879 cambió radicalmente la vida de Tacna….Al estallar la guerra con Chile la ciudad tenía casi doce mil habitantes”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 11

“ En el Morro de Arica murieron, muy jóvenes, dos primos hermanos de mi padre, hijos de Federico Basadre Izarnótegui: el teniente Federico Basadre Castañón y su hermano Armando, que tenía el grado de subteniente.
Federico perteneció al batallón mandado por Justo Arias y Araguez y murió en el fuerte del Este; y Armando al batallón que dirigió Marcelino Varela. Años atrás, en la Cámara de Diputados, Modesto Basadre habíase opuesto al tratado de alianza con Bolivia, previendo sus graves consecuencias. En 1883 se opuso al tratado de Ancón, siempre como diputado por Tacna.”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 12

“ Juntos, los patrimonios de mis padres debieron ser, al comienzo, para la época y el lugar, considerables. Recuerdo todavía los muebles del salón de fina madera amarilla clara mandados hacer en Europa; los obscuros muebles de cuero del comedor con las iniciales familiares; los cuadros y objetos de arte; la amplia casa con fachada de piedra en la Plaza de Armas donde nacimos los siete hermanos, en la esquina frente al edificio de la autoridad política; las otras casas de las que eran dueños por herencia mi madre y mi padre; la empresa del alumbrado a gas de la que era propietario mi padre y cuya gerencia ejercía; la mina de Choquelimpie, en la región de Arica.”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 13

“ Sin embargo, a pesar de todo, para nosotros, pobres, humildes, nuestra ciudad chiquita y desventurada y la tierra ávida que la circunda nos hacen agolpar una extraña sensación en las gargantas, nos hacen latir el pulso más a prisa, nos enriquecen con algo que no pude expresarse en palabras, nos infunden alegrías que podrían parecer primitivas y penas que desbordan el corazón. Son el terruño extraño y familiar, y que no se puede describir ni olvidar.”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 14

“ Un importante elemento de mi formación intelectual proviene de los días de mi infancia en Tacna. Es el sentimiento de la “Patria invisible”, el concepto del Perú como un símbolo. El Perú fue para mí, como para muchos, de niños, lo soñado, lo esperado, lo profundo; el nexo que unía la lealtad a los antepasados, al terruño y al hogar, con el conocimiento vago de una historia reiteradamente luminosa, a pesar de numerosas caídas, y la fe en un futuro de liberación.”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

TEXTO 15

“ No hay que confundir, por eso, a la multigeneracional estructura de la “patria invisible” a la que el sacrificio de los buenos otorgó, a pesar de todo, vigencia, con el país circundante que puede ser y es, demasiadas veces, injusto, mezquino, impuro y cruel ……… Por esto, en realidad, ¿ no hubo, dentro de múltiples variantes, una honda similitud entre la porfiada esperanza que del Perú se forjaron aquellos infortunados hombres, mujeres y niños, modestos y anónimos, en Tacna y Arica entre 1881 y 1929 y la imagen que, si escrutamos en la historia del Perú ya sedimentada, tuvieron los caídos en las jornadas de 1879 a 1883, los próceres, los maestros, los precursores, los tribunos, los héroes que emergieron sobre el fango; así como las muchedumbres en las grandes agitaciones sociales y también en las grandes jornadas cívicas….?”

JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”

ODA AL PISCO

Para Antonio Biondi, César Chiarella y Dante Cuneo
En el pisco
titilan fragancias de uvas secretas.

Parras transparentes, mañanas asoleadas.
Inesperadas tardes, noches de misterio.

Variopintos piskos de la costa.
Hijos nacidos del vientre de la arena.

En el pisco navegan caricias
de viejos ceramistas dormidos,
abrigados por los siglos.

Luces transparencia de alma buena.
Sumo del esfuerzo, esencia del hombre
y de la tierra.

Compañero en la soledad
de los salones.

En la abrigada casa del obrero.
En el azul gabinete del poeta
que destila palabras.
Luminoso, triunfante.

Peruanísimo pisco
que pinta de rojo y blanco
el alma.

FREDY GAMBETTA

JOSÉ JIMÉNEZ BORJA, BREVE ENSAYO BIOGRÁFICO

Por : Fredy Gambetta


José Jiménez Borja nació en la Heroica Ciudad de San Pedro de Tacna, el 22 de Diciembre de 1901, cuando amanecía el siglo XX y se endurecía el que sería un largo proceso de chilenización de la ciudad del Caplina, como consecuencia del cautiverio iniciado el 26 de Mayo de 1880, después de la batalla del Campo de la Alianza. Ese lamentable hecho dejó una impronta en la vida futura de los tacneños que nacían en aquellas adversas circunstancias y que crecieron observando que una bandera extraña, a la de la patria de sus padres, flameaba bajo el cielo de la ciudad natal mientras en el hogar soñaban, aquellos niños tristes, con las dulces historias de la patria invisible.
José Jiménez Borja nació en una casona, de estilo republicano, de dos plantas, que lucía techo de mojinete, clásico de Tacna, con mampara y balcones a la calle, signada con el número 304, ubicada en la segunda cuadra de la entonces calle Carrera, llamada actualmente Arias y Aragüez, en el centro de la ciudad. Su padre fue José Jiménez Ara, matemático, hijo de José Jiménez y Cevallos, español, natural de Villajoyosa, pueblo vecino a Benidor, descendiente directo de los caciques Ara, dos de los cuales, José Rosa y Toribio, acompañaron al Prócer Francisco Antonio de Zela en una de las gestas más heroicas que escribiera el pueblo tacneño, la noche del 20 de Junio de 1811, rebelándose contra el poder español y lanzando el Primer Grito de Libertad en la costa peruana.
La madre, Jesús Francisca de Borja Iturri, nació en la Argentina. Era un hogar cristiano en el que se unían la prosapia indígena y la sangre española en un mestizaje esencial. Los hijos del matrimonio Jiménez Borja, como todos los infantes peruanos, sufrieron los rigores del cautiverio en el Liceo de Tacna, centro educativo chileno en el que se educaban. Al estar los niños obligados a cantar un himno ajeno y a rendir honores a una bandera extranjera, los padres decidieron enviar a los niños a La Paz.
En La Paz José y Arturo, el hermano menor, nacido en 1908, fueron matriculados en el Colegio San Calixto, regentado por sacerdotes de la Compañía de Jesús. En ese colegio se habían educado la madre y los tíos. Aquel hecho fue motivo para que fueran recibidos con afecto y consideración además de que todos conocían que eran niños que procedían de una ciudad peruana cautiva.
Posteriormente, cumplidos los 19 años, José Jiménez Borja viaja a Lima para culminar sus estudios secundarios en el Colegio Santo Tomás de Aquino, gracias a una beca que le otorgara el Padre Inocencio Hernández, del Convento de Santo Domingo, quien advirtió en él su dedicación por el estudio y tuvo en consideración el aval de los jesuitas bolivianos. El joven Jiménez Borja no se contenta con recibir la beca, como un favor, sino que imparte sus conocimientos enseñando la asignatura de Castellano a los niños de la sección Primaria del colegio en el que se educa.
En el año 1919 ingresa a la Pontificia Universidad Católica y en 1920 a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde se graduó de Bachiller en 1926 y obtuvo el título de Doctor en Literatura, en 1927, con la tesis ELOGIO A DON LUIS DE GÓNGORA, que se publicara, al año siguiente, en el número 121-122 de la revista MERCURIO PERUANO.
Jiménez Borja a lo largo de su existencia fue, esencialmente, un poeta. Su espíritu de poeta se refleja, se muestra, se trasunta en sus libros, en los discursos de homenaje que pronunciara como Académico de la Lengua, en los prólogos que escribiera, en sus crónicas periodísticas y, naturalmente, en la corta producción poética que publicara, en las revistas Mercurio Peruano, La Sierra y Siempre en los años 1926, 1927 y 1930, respectivamente.
El espíritu poético de José Jiménez Borja lo resalta Luis Alberto Sánchez en las palabras finales del Prólogo que aparece en la edición fascimilar de EL ALMA DE TACNA, publicada en 1989 por la Corporación Financiera de Desarrollo S.A. Sánchez anota que aceptó escribir el prólogo “…evocando los lejanos días de 1926 y nuestra fraterna amistad desde antes de entonces y hasta mucho después con Jorge Basadre, el historiador, y con José Jiménez Borja, el poeta”.
Alberto Tauro del Pino, al referirse al estilo elegante de Jiménez Borja, escribe que “Su dominio de las formas fue suscitado quizá por su juvenil incidencia en el cultivo de la poesía y por su efusión sentimental ante las tradiciones y los afectos de su pueblo nativo”. Una vez más se confirma la tesis de que los poetas, o quienes fueron tocados por el fuego sagrado de la poesía, mantienen a lo largo de su producción la musicalidad y la elegancia que solamente ostentan los elegidos por tan alta diosa. No se equivocó Palma al afirmar que el escribir versos es el mejor solfeo para alcanzar una buena prosa.
El año 1934, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, José Jiménez Borja obtiene el título de Abogado, desarrollando la tesis “Los extranjeros en el Perú”.
Su carrera docente, iniciada en el colegio jesuita “La Inmaculada” y en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, la continua, entre 1929 y 1932 dictando Castellano e Historia de la Literatura Antigua en el Instituto Pedagógico Nacional de Varones. Entre 1932 a 1935 enseña en la Universidad Católica. A partir de 1935, al crearse la Sección de Pedagogía, en la Facultad de Letras, se matriculó en cursos de esa especialidad, enseñó paralelamente Preceptiva y Metodología Castellana, hasta el año de 1945, y obtuvo el grado de Doctor. En el interín, en 1935, viajó a Colombia como representante del Perú a la Exposición del Libro. En 1938 viaja a Bolivia, con una delegación de estudiantes a visitar centros educativos y, en el mismo año, a los Estados Unidos para dictar un curso de Castellano en el Mills Collage.
Durante veintiséis años el Doctor Jiménez Borja dictó, entre 1946 a 1972, la cátedra de Metodología de la Enseñanza del Castellano y la Literatura, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que heredara del padre agustino Emilio Huidobro. Como escribiera Luis Alberto Sánchez, Jiménez Borja “era dueño de esa cátedra”.
Su carrera burocrática, paralela a su eminente labor docente, la inicia en el año 1938 en el que es nombrado Inspector de Enseñanza Particular, en el Ministerio de Educación, cargo que deja en 1940 para pasar a ocupar una Asesoría Técnica, que culmina en1943. Entretanto, en 1941, el gobierno del Presidente Manuel Prado Ugarteche le encarga colaborar, con el Ministro de Educación, Pedro M. Oliveira, en la elaboración de la Ley Orgánica de Educación Pública.
Entre los años 1943 a 1944 asume la Dirección de Educación Artística y Extensión Cultural y entre 1944 y 1946 la Dirección de Educación Normal. A partir de 1946, y hasta 1948, ejerció el Decanato de la Facultad de Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
La brillante carrera del Doctor José Jiménez Borja alcanza su cima, cuando el Presidente Fernando Belaúnde Terry lo designa Ministro de Educación Pública, cargo que ejerce hasta el 1 de Octubre de 1968 siendo, en la práctica, el último Ministro de Educación Pública del primer gobierno del Presidente Belaúnde, puesto que en los días postreros, de aquel gobierno constitucional, fue designado Ministro de Educación el Doctor Augusto Tamayo Vargas quien no llegó a ejercer el mencionado despacho. El 3 de Octubre ocurriría el golpe de estado liderado por el General Juan Velasco Alvarado.
Un justo juicio sobre el Ministro de Educación, Jiménez Borja, lo hemos encontrado en las páginas del Suplemento Dominical del diario LA INDUSTRIA, de Trujillo, publicado el 21 de Julio de 1968 con motivo de una visita de trabajo a esa ciudad. El periodista escribe que “pocas veces en la historia del Perú, como ahora, se ha podido tener frente al Ministerio de Educación a un hombre estrechamente ligado a esta actividad a tal punto que cuando fue llamado para ocupar la cartera, los niños de escuela y jóvenes de colegio y universidades de todo el país, ya lo conocían a través de sus numerosos textos de Castellano y Literatura”.
Con relación a su obra dispersa, a lo que hemos leído en revistas y diarios, sus libros éditos se reducen a una media docena de títulos. El Doctor Jiménez Borja no era prolijo con sus escritos. A propósito, en un artículo publicado en el diario EXPRESO, el 11 de Octubre de 1964, el escritor Carlos Eduardo Zavaleta, escribe sobre los “Libros inminentes de José Jiménez Borja” como una manera de instar, de alentar al maestro para que recogiera o ampliara y publicara sus textos sobre José de la Riva Agüero, Enrique López Albújar, Luis Alberto Sánchez y Raúl Porras Barrenechea, que los había leído en reuniones académicas, y sus valiosos artículos que tenían como tema la gramática, publicados, a través de varias entregas, en el diario EL COMERCIO.
Uno de los primeros referentes de la producción escrita de José Jiménez Borja, es EL ALMA DE TACNA, delicioso libro que leemos y releemos los tacneños, escrito en 1926, al alimón con Jorge Basadre Grohmann, gran pilar de la tacneñidad. Al respecto, de ese libro, Basadre escribe, en LA VIDA Y LA HISTORIA,”… con José Jiménez Borja escribimos el librito de propaganda titulado EL ALMA DE TACNA para resaltar, sobre los aspectos jurídicos del litigio, su hondo sentido humano. Fue publicado bajo el seudónimo “UNOS TACNEÑOS”. Aunque escrito con juveniles defectos, abre una era dentro de la literatura tacneñista”.
Luis Alberto Sánchez dijo una vez en Tacna, en la Casa de Zela, en Febrero de 1990, que EL ALMA DE TACNA era para él un libro provocador. “Provocador en el mejor sentido. No de provocar conflictos sino de provocar ternuras, que es también una manera de provocar”.
El joven Jiménez Borja, luchando por la peruanidad de su tierra cautiva, escribe en el semanario JUSTICIA!, en 1926. Sus artículos se publican en los números 1, 3, 6, 8, 10 y 11. Es oportuno destacar que, los entrañables amigos, Basadre y Jiménez Borja, no solamente firmaron su obra cimera, de aquellos sus años aurorales, con el seudónimo UNOS TACNEÑOS, sino que también usaron el seudónimo CHOLO TACNEÑO para firmar sus artículos.
Citaremos textualmente un párrafo de una crónica literaria escrita por CHOLO TACNEÑO – Basadre y Jiménez Borja – que apareció en el Número 3, del semanario JUSTICIA!, el 7 de Abril de 1926. Este párrafo es testimonio de los motivos que impulsaban a sus jóvenes autores:
“Nuestro amor a Tacna no es un amor impuro como el chileno que es un amor estratégico. Ha crecido espontáneo y libre como la retama y la ariruma de nuestros senderos; es fragante como la flor del junco que crece en nuestros jardines; es fuerte como los pinos que se elevan ansiosos ante nuestro claro cielo; es fecundo en sacrificios como lo es en frutos la tierra de nuestros pagos; es inalterable como la vilca, el molle, el álamo, el eucalipto, como todos los árboles que decoran durante el invierno y durante el verano la maravilla de nuestro paisaje; viene del pasado así como de lo profundo de los Andes viene el agua de nuestro río y, como ella, bulle siempre palpitante y fresco.
Nuestro amor a Tacna es como Tacna misma y vivirá lo que viva la ciudad y su valle”.
Pero tal vez una de las más grandes ofrendas que legaron a la posteridad, aquellos prohombres tacneños, es la oración que escribieran a la memoria de los caídos en la batalla del Campo de la Alianza y que hoy puede leerse en una cruz de granito que se ha erigido en el osario ubicado en las arenas donde tuvo lugar aquella bélica conflagración. Su vocación de docente y de hombre de letras, amante de la literatura y de la historia literaria, lo lleva a que en 1931 publique un breve opúsculo titulado PROGRAMA DE LA LITERATURA CASTELLANA, a guisa de ayuda bibliográfica para su tarea de maestro. Ese mismo año aparece, en la Editorial Minerva, el trabajo titulado EL IDEALISMO EN LA LINGÜÍSTICA Y SU DERIVACIÓN METODOLÓGICA.
En el año 1934 edita su libro ORTOGRAFÍA PRÁCTICA PRECEDIDA DE UN ENSAYO DE METODOLOGÍA ORTOGRÁFICA. Haciendo referencia a esta obra importante en la producción de Jiménez Borja, el estudioso y crítico literario, Doctor César Ángeles Caballero anota que “…la habilidad pedagógica y el dominio lingüístico de Jiménez Borja le ha permitido transformar la teorética y problemática del proceso ortográfico con una lucidez expositiva que facilita vitalmente la comprensión y el buen uso de la mecánica ortográfica”. Por su parte el Académico Luis Jaime Cisneros precisa que Jiménez Borja “renovó los estudios gramaticales y dinamizó la inquietud por el lenguaje en la universidad y en la escuela a través de la docencia, sus artículos y sus libros”.
La pasión por el lenguaje y la gramática motivan en el gran tacneño la fundación de un Seminario del Lenguaje Peruano, en la Universidad de San Marcos. En ese Seminario invitaba a participar a los alumnos de distintas regiones del país logrando reunir un rico acervo que entregaba a los especialistas sin reservas, sin egoísmo, con esa generosidad propia de su grandeza de humanista quintaesenciado.
Tres años más tarde, en 1937, en los Talleres Gráficos de la Editorial Lumen S.A, en Lima, publica el libro HISTORIA LITERARIA. AUTORES SELECTOS DE LA LITERATURA UNIVERSAL y un año después escribe MIRAJE AL PERÚ, del que da noticia Carlos Alberto González Marín en su obra ANTOLOGÍA HISTÓRICA DE TACNA. En MIRAJE AL PERÚ, que no sabemos si es que vio la luz, el autor reúne sus impresiones de los viajes que realizara al norte, centro y sur del país. Este trabajo lo dedicó al político colombiano, líder del Partido Liberal de su país, Jorge Eliecer Gaitán, asesinado por un sicario, en las calles de Bogotá en 1948.
Los alumnos de educación secundaria, entre 1939 y 1949, fueron beneficiados con los excelentes textos de Jiménez Borja que tenían como título Castellano; Lengua y Literatura; Historia de la Literatura e Historia Literaria, todos ellos a base del Programa Oficial de enseñanza y publicados en la Librería e Imprenta D. Miranda, en Lima.
Uno de los libros más difundidos, del egregio intelectual tacneño, es sin duda CIEN AÑOS DE LITERATURA Y OTROS ESTUDIOS CRÍTICOS, publicado en el Número 3, de la colección del Club del Libro Peruano, en 1940, con una portada de su hermano Arturo. Este trabajo tiene como punto de partida el año 1839 con el estudio de las colaboraciones de Felipe Pardo y Aliaga y Manuel Ascencio Segura.
José Jiménez Borja ganó el PREMIO NACIONAL DE ENSAYO, en 1953, por su trabajo JOSÉ MARÍA EGUREN, POETA GEOGRÁFICO, publicado un año antes, en el Número 47, de la revista LETRAS. En 1966, formando parte de la Biblioteca Hombres del Perú, de la Editorial Universitaria, en Lima, se publica su biografía de JOSÉ DE LA RIVA AGÜERO y un año más tarde, en la Editorial San Marcos aparece el texto FINES DE LA ENSEÑANZA DEL CASTELLANO Y LA LITERATURA EN EL PERÚ.
Jiménez Borja fue incorporado a la Academia Peruana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española, en 1941. Su discurso de incorporación fue un homenaje al IV Centenario de San Juan de la Cruz. Este discurso se imprimió en la imprenta limeña de R. Varese en 1943. En la Academia fue, a partir de 1979, Secretario Perpetuo y su Presidente hasta 1982, año en el que falleció.
Existe en los archivos y revistas de la Academia Peruana de la Lengua una valiosa colección de discursos pronunciados por Jiménez Borja en distintas fechas y por diversos motivos como ser homenajes a centenarios de ilustres figuras de la literatura peruana y universal, estudios, aportes diversos y discursos de respuesta a los académicos que se incorporaban a la docta corporación encargada de fijar, pulir y dar esplendor a la bella lengua de Cervantes.
Quedan, para regocijo de quienes tienen acceso a ellos, sus trabajos sobre Luis de Góngora, Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Santa Teresa de Jesús, Pedro de Peralta Barnuevo Rocha y Benavides, Andrés Bello, Felipe Pardo y Aliaga, José Santos Chocano, Enrique López Albújar, Luis Benjamín Cisneros, Luis Fabio Xamar, Mario Florián y José María Eguren, entre otras figuras de la literatura peruana y extranjera. Se trata de una obra escrita sin prisa, pero sin pausa, con una prosa elegante y exacta que alcanzaba cumbres excelsas.
Grata tarea sería reunir esos valiosos trabajos en un libro que formaría parte de las Obras Completas del ilustre tacneño. Tacna, su ciudad natal, tiene una gran deuda con José Jiménez Borja no solamente por la obra que creara sino también por un invalorable aporte del que más adelante, en este breve trabajo, dejaremos testimonio. Publicar su obra, a través de un Consejo Editorial, sería una manera de resarcirnos de tan flagrante indolencia.
La prosa de Jiménez Borja, como lo anota César Ángeles Caballero, es “ diáfana, elegante y singular y su contenido temático se caracteriza por la solidez de los argumentos manejados y la profundidad de la investigación”. Es, como ya lo afirmamos, una prosa de poeta, con giros y vuelo metafórico. A propósito, como ejemplo, es propicio citar textualmente un párrafo del discurso que, por la Academia Peruana de la Lengua, pronunciara el 14 de Diciembre de 1967, en la Casa de la Cultura del Perú, con ocasión de conmemorarse el primer aniversario del deceso de Víctor Andrés Belaúnde. En ese homenaje, el eminente tacneño dijo unas palabras que, quienes lo conocimos, sabemos que a él se le pueden dedicar. “Su charla, aun la más sencilla, se elevaba como de un surtidor, salpicada de centellas mentales. Sí, su charla era una predistigitación de luceros. Su traza y su rostro de hidalgo en que imperaban los ojos como visionarios de lejanas auroras, perdían la quietud apenas iniciaba la conversación para agitarse incesantemente en el proceso interior de entelequias, categorías, paradojas, ejemplares anécdotas o risueños sofismas”.
Otros ejemplos los encontramos en el discurso que pronunció, en nombre de la Academia Peruana de la Lengua, en las exequias de su amigo de juventud y paisano, Jorge Basadre, el 30 de Junio de 1980. En un párrafo, dijo que Basadre era “… una espiritualidad de nítida transparencia que cruzó sombrías encrucijadas con la pulcritud de su paisano Vigil”. Ese breve y sentidísimo discurso fúnebre, ante los restos mortales del hermano, su par en el trabajo intelectual, lo terminó diciendo “… puedo testimoniar que hoy, desde su lejana y gloriosa provincia, llega una brisa para besar su frente”.
El último discurso que leyera Jiménez Borja, en su condición de Director de la Academia Peruana de la Lengua, tuvo lugar el 23 de Abril de 1981, con motivo del Día del Idioma y la incorporación de Luis Alberto Sánchez a quien, por mezquinas envidias, en este país “dulce y cruel”, donde los reconocimientos se otorgan tarde o no se dan jamás, se le había negado por tantos años a pesar de sus innegables merecimientos.
En un párrafo de aquel postrer discurso el maestro tacneño, al recibir al maestro limeño, expresa “ …tarde o temprano, Sánchez ya está plenamente entre nosotros y quisiera saludar su presencia no sólo con el afecto de nuestra generación sino con la luz de la crítica que se vuelve escasa para una personalidad tan caudalosa y potente, tan azogada y múltiple. Porque al querer encerrarlo en un enfoque global me da la sensación de fascinantes y esquivos espejos, dentro de los cuales vibra toda la sensibilidad de nuestro tiempo”.
En ese discurso Jiménez Borja se adorna con metáforas para homenajear al novicio académico. Haciendo alusión a la odisea que fue la vida de Sánchez, a causa de sus ideas políticas, le dice “que decoró a su patria en el destierro”. Finaliza aquella pieza antológica afirmando que en las páginas escritas por Luis Alberto Sánchez “se queman las letras”.
Los prólogos, cuando el prologuista es elegante en la prosa y profundo en el análisis, dan más valor a la obra que presentan y la adornan con palabras e ideas en el pórtico logrando, muchas veces, que una obra se reedite a causa de un nuevo prólogo. José Jiménez Borja fue un excelente prologuista. Cuando se trató de prologar obras, que tenían relación con su amada tierra tacneña, no solamente fue rico en el análisis y elegante en el estilo sino que se mostraba agradecido por la deferencia que tenían con su tierra natal. Tal cosa sucede, por ejemplo, con el prólogo al libro de poemas LÁMPARA VOTIVA, cuyo autor es Enrique López Albújar, en el que escribe, dirigiéndose al poeta: “Que antes de releer sus propias finas y vigorosas canciones, reciba un recado de agradecimiento de Tacna: un lampo de las nieves eternas que coronan el paisaje, una corona de juncos y de nardos de nuestros jardines que ciña su frente de Patriarca de las Letras Nacionales. Pero también un tributo de ideas. Y por eso algunas valoraciones sobre su obra ya cargada de gloria y en particular sobre su libro príncipe: Cuentos Andinos que fundó una escuela y tiene permanente trascendencia literaria”.
El gobierno del Perú premió a José Jiménez Borja otorgándole, el 18 de Julio de 1967, la Orden del Sol del Perú, en el Grado de Gran Cruz. Justo reconocimiento a una vida ejemplar dedicada al trabajo intelectual expresado en la investigación, en la creación literaria y en la docencia.
Después de fallecer el maestro tacneño, su hermano Arturo cumplió con su voluntad de entregar a Tacna el fajín que usara como Ministro de Estado, sus condecoraciones, títulos académicos, libros y textos de su autoría y un valioso material iconográfico que espera ser publicado en un anexo o en un álbum junto a la edición de sus obras completas. Tuvimos el honor de ser consultados, por su hermano Arturo, sobre cual debería ser la institución que serviría de repositorio de tan valioso legado. Fue elegido el Archivo Departamental de Tacna y allí también, al asumir la dirección de ese repositorio, tuvimos el honor de mostrar tan valioso material en una vitrina especial.
Es oportuno, antes que pasemos al testimonio personal, citar como veían a José Jiménez Borja dos de sus pares. Luis Alberto Sánchez escribe que “Era un hombre de una suavidad exquisita y de una cultura, sobre todo en materia de literatura hispánica, realmente profunda y realmente contagiosa. Fue un profesor a quien sus alumnos no solamente respetaron, sino que quisieron porque era sencillo, modesto”. “… uno de los más grandes espíritus culturales y literarios de nuestro tiempo peruano”. Luis Jaime Cisneros, Presidente de la Academia Peruana de la Lengua, en una conferencia dictada en un homenaje organizado por el CENTRO BASADRE, al conmemorarse el 90 aniversario del nacimiento de Jiménez Borja dijo que “Todo en don José era armónico, con esa voz pausada y todo en su lenguaje y en su actitud ratificaba el pudor y la cortesía. Adjetivos sobrios para el elogio y siempre tolerancia para el error venial de las gentes. No hay estridencias en la biografía de este hombre singular; la discreción fue su más clara divisa, y si algunos pudimos creer en algún momento que Jiménez Borja era un hombre del pasado, siempre supo aprovechar la ocasión debida para silenciosamente mostrarnos cómo habíamos caído imprudentemente en precipitado juicio”.
Como lo testimonió su hermano Arturo, José Jiménez Borja “fue un enamorado de Tacna a quien le dedicó la parte más sensible de su corazón. Una de las primeras muestras de ese cariño a la tierra natal, antes que sus crónicas publicadas JUSTICIA!, la hizo pública en el número 83-84, de la revista MERCURIO PERUANO, en 1925. Se trata de su prosa poética titulada EL VIEJO ÓRGANO ( Narración del Cautiverio ). En esa bella prosa, casi nunca recordada, de tantísimo valor para la historia de la resistencia tacneña, en aquella larga noche, el autor recuerda, sin nombrarla, a la hoy desaparecida Iglesia de San Ramón. “El atrio era inmenso, abierto en semicírculo con la curva amplia, firme, de un ideal acogimiento y finamente empedrado”. Escribe el joven Jiménez Borja que “La iglesia venía a ser el hogar amable en que ardían unidas una llama de fe y otra de ideal libertario. El sentimiento de amor a la Bandera, ese sentimiento purificado en el dolor y tan distinto al que en los periódicos y en los discursos populacheros hacen a veces tremolar colorinescamente los profesionales del patriotismo”. En otro párrafo afirma “Los que no alcanzamos a ir a las escuelas ni a leer los periódicos fuimos por lo menos a la iglesia.. Y el recuerdo se policroma con la evocación sucesiva. Pasan por él los juegos alegres del atrio alegre y luminoso” “¡También una vez de la iglesia salió la procesión de la Bandera!”
En el artículo EVOLUCIÓN CULTURAL DE TACNA, publicado en EL COMERCIO, el 28 de Agosto de 1950, Jiménez Borja llama la atención sobre la vocación por la Historia que muestran los tacneños. Citamos algunos párrafos. “Don Modesto Basadre abre el ciclo de los historiadores tacneños. El arte de escuchar el vocerío del pasado para reducirlo a coherentes palabras parece ser la tarea preferida para los hijos de aquel valle rumoroso de gestas. Cátedra de dignidad ciudadana, la Historia prolonga en ellos el apostolado de Vigil. Emoción de Madre Tierra sobre el vaho de la sangre o sobre el trabajo creador, sienten la Historia como un torrente musical” “Si de Arequipa se ha dicho que es tierra de juristas, de Tacna se puede decir que es tierra de historiadores”.
Voy a escribir ahora en primera persona, me excuso. Conocí al Doctor José Jiménez Borja en los primeros años de la década de los setenta, del pasado siglo. Desde el primer momento surgió entre nosotros, como dicen hoy los jóvenes, una química especial la misma que, por gracia de los dioses, me uniera con otro gran tacneño, tantas veces citado, el Doctor Jorge Basadre.
Mi amigo era de mediana estatura, andar pausado, robusta contextura, de tez cobriza, labios gruesos, ojos inquisidores detrás de anteojos de gruesas lunas. Sus modales eran finos, su hablar modulado, como que se solazaba con el idioma en una forma que no he vuelto a ver en ninguna otra persona. Recuerdo que alababa la forma de hablar de los tacneños y decía que Tacna era uno de los poquísimos lugares donde se pronuncia con fidelidad la letra elle. Al conversar hacía silencios para contestar o emitir algún juicio. No se apresuraba jamás.
En sus visitas a su Tacna natal, a la que puede decirse, como Alberti dijo al regresar a España, que salió con la mano empuñada para regresar con la palma abierta, lo acompañábamos con Gróver Pango y Luis Cavagnaro a recorrer la campiña, las calles, los angostos jirones y las amplias alamedas de la ciudad a la que consagró su afecto. En esos inolvidables paseos más de una vez se nos unía su entrañable amigo, camarada de lucha en el cautiverio, Guillermo Auza Arce quien, para los mayores, organizaba almuerzos bajo el cielo limpio, puro y libre de Pocollay.
De él conservo fotografías y varias afectuosísimas cartas. Tanto que en una de ellas, que valoro como prenda que me honra, me pide que le responda sin el trato de usted, ni el de doctor, que lo agobiaban. Hombre grande, hermano mayor, como Basadre, como los verdaderamente grandes, sencillo hasta la humildad con esa modestia propia de los auténticos tacneños, enemigos de la vocinglería, del grito destemplado, del ruido que opaca al sonido. Así también lo adivino a Ignacio de Castro o a Francisco de Paula González Vigil.
Escribí líneas arriba que Tacna tiene una deuda muy grande con su hijo ilustre, Jiménez Borja. Esa deuda es el reconocer, y enseñarlo en las escuelas, de una vez por todas, que él fue quien ideó el emblema de la Heroica Ciudad. La noticia la conocí de sus labios. La historia, que la he escrito varias veces, es la siguiente. Alrededor de 1945 el Doctor Raúl Porras Barrenechea invitó al Doctor Jiménez Borja para que como socio del Club Nacional, y tacneño, le indicara cual era el escudo de Tacna para lucirlo en una ceremonia a los Departamentos del Perú. Al no existir ningún emblema de Tacna fue preciso crearlo.
Las ideas de Jiménez Borja fueron expuestas y plasmadas por el artista Doctor Enrique Gamarra Hernández, conocedor de la heráldica. El emblema de Tacna, en su forma original, puede apreciarse en un vitral que adorna un friso de la iglesia Catedral.
El Doctor Jiménez Borja viajó a Tacna para entregar el emblema. El acto tuvo lugar en una sesión solemne, en el antiguo local del Concejo Provincial, ubicado en la calle Inclán. El acto lo presidió el Alcalde Filidor Cavagnaro Herrera, el 11 de enero de 1946. En aquella histórica sesión, de la que debe ubicarse en los libros de archivo el acta respectiva, estuvieron presentes el distinguido historiador y abogado tacneño, Guillermo Auza Arce, que ocupaba el cargo de Prefecto del Departamento; el primer Obispo de la Diócesis de Tacna y Moquegua, Monseñor Carlos Alberto Arce Masías y el Doctor Miguel Angel Cornejo, Presidente de la Corte Superior de Justicia de Tacna y Moquegua, además de una gran cantidad de vecinos que, con su presencia, avalaron y aplaudieron el hecho de ser testigos del nacimiento del nuevo símbolo local.
Pese a ello algunos pretendieron negarle a Jiménez Borja y a Gamarra Hernández la paternidad del emblema de Tacna al que nos negamos dar el nombre de escudo puesto que es eminentemente republicano en consideración a que nuestra ciudad, por lo menos hasta ahora, no se conoce que haya sido fundada por españoles, hecho que a honra tenemos los tacneños que nos jactamos de nuestro espíritu liberal. Años más tarde, en 1967, el Alcalde Rómulo Boluarte Ponce de León creyó oportuno añadir al emblema de la ciudad un par de aguiluchos que, según decían algunos, eran oriundos de la zona. De tal manera que un emblema republicano, simple, como el espíritu de la buena gente tacneña, cuyos únicos adornos son la corona de laurel y una cinta bicolor, resultaba burdamente adulterado para dar la ilusión de que Tacna era una ciudad de prosapia española. Nada más falso.
Fue preciso que nos organizáramos para protestar. Con mi dilecto amigo Luis Cavagnaro Orellana, jóvenes “veinteañeros” entonces, buscamos el asesoramiento del Profesor Hermilio Hinojosa Rubio, tacneñista de grandes virtudes, experto en heráldica. Con él redactamos un memorial que lo hicimos firmar por tacneños de cepa que habían participado en las campañas plebiscitarias de los años 1925-1926. El documento lo dirigimos al Alcalde, el 28 de Febrero de 1967. En los párrafos más destacados anotamos lo que sigue :
“Como es de conocimiento público esta ciudad no fue fundada por conquistadores españoles como lo fueron ciudades como Lima, Trujillo, Arequipa, Piura y Huánuco (de esta ciudad era oriundo el Alcalde Boluarte). En consecuencia no puede hablarse de un Escudo de Armas, gracia que fue concedida por la Corona de España a estas ciudades, dentro de la costumbre imperante en aquella época colonial.
El llamado Escudo de Tacna fue creado por un grupo de intelectuales y artistas y aprobado por una Junta de Notables reunido en el antiguo Palacio Municipal.
Los elementos constitutivos de este Escudo representan el título de Heroica Ciudad, el nombre de su Patrono religioso, la figura del león rampante, que rompe cadenas, como símbolo de nobleza y bravura; la flor del granado como símbolo de fecundidad del suelo tacneño y de la belleza singular de su campiña; y la corona cívica de laurel entrelazada con la cinta bicolor peruana, como máximo galardón de la República.
Conviene subrayar que esta última alegoría, que sustituyó a los yelmos, águilas y coronas de los escudos de los pueblos conquistados, no puede faltar en el emblema de un pueblo libérrimo como Tacna.
De acuerdo con los preceptos de la heráldica, ciencia del blasón, no es imprescindible adoptar para un emblema o escudo representaciones de elementos telúricos típicos del lugar, sino más bien, símbolos que ostenten las virtudes y méritos del pueblo.
En este cuarto de siglo de existencia de este emblema, muchas generaciones tacneñas han grabado en su conciencia estos símbolos haciéndolos parte integrante de su espíritu cívico y de la tradición histórica de este gran pueblo; y la tradición de una comunidad es algo sagrado, inmutable e intangible. En este sentido, el propósito de parangonar a Tacna con ciudades que tienen escudo de armas, no puede tener mayor valor que el deber de mantener incólume la personalidad de este pueblo que exhibe como blasones, de elevado prestigio, un origen humilde y democrático, así como su gran espíritu libertario y su inclaudicable amor a la patria”.
Esta campaña fue nuestra mejor ofrenda a Tacna y a José Jiménez Borja y Enrique Gamarra Hernández. Por el comité de defensa del emblema de Tacna firmábamos Luis Cavagnaro, Hermilio Hinojosa Rubio y yo. Nos acompañaron, entre otros, los siguientes ilustres tacneños: Juan Auza Arce, Dora Arce Liendo, Agustina Berríos Liendo, Guillermo Sañudo, Rosa Alina González Tapia, María Cadima Tapia, Víctor Liendo Figueroa, Blanca Carbajal Pons, Gladys Céspedes Quelopana, Daysi Flores Quelopana y Lastenia Rejas de Castañón.
Gracias a esa campaña, que emprendimos con ímpetu juvenil, los agregados al emblema de la ciudad nunca fueron aprobados. Hoy, al evocar aquellos episodios a la distancia, con la serenidad que brindan los años, nos llenamos de júbilo porque fuimos oportunos y supimos, como dice la sentencia popular, dar al César lo que es del César.
Aunque no tiene nada que ver me permito dejar constancia que los tacneños no debemos permitir jamás que se pretenda crear una “bandera de Tacna”. A Tacna le costó mucho regresar al Perú después de casi medio siglo de cautiverio en el que no pudo ver flamear al viento la enseña roja y blanca. Por lo tanto aboguemos, con la firmeza de tacneños, o tacneñistas, porque la Heroica Ciudad no tenga jamás otra bandera que no sea la de la patria amada. Lo digo sin el mínimo atisbo de chauvinismo del que siempre, por formación, he sido y soy ajeno.
Vuelvo a José Jiménez Borja con la tranquilidad que me brinda el haber honrado su memoria, en el primer centenario de su nacimiento, recordándolo en la mayoría de las facetas por las que discurrió su inquieto y fino espíritu, haciendo un supremo esfuerzo de síntesis, sin la erudición ni la elegancia, propios de su recia personalidad, mas sí con el sincero afecto y el eterno agradecimiento de sus paisanos de esta dulce Tacna que parece una reina de leyendas viviendo entre vilcas y granados.
BIBLIOGRAFÍA
Basadre, Jorge. La vida y la historia. Ensayos sobre personas, lugares y problemas. Presentación de Alonso Polar Campos. Edición del FONDO DEL LIBRO DEL BANCO CONTINENTAL DEL PERÚ. Editorial AUSONÍA-TALLLERES GRÁFICOS S.A. LIMA, 1975. 612 páginas más Indice Onomástico.
Centro Basadre. Homenaje a José Jiménez Borja. – Compilador: Gróver Pango Vildoso. Lima, 1992. 26 páginas.
Gambetta, Fredy. Crónica de Tacna. Tomo II. Ediciones Cal & Canto. Primera edición. Tacna, 1995. EPF Impresores. 177 páginas, con fotografías.
González, Carlos Alberto. Antología Histórica de Tacna. (1732-1916)Lima,1952. 226 páginas, con ilustraciones.
Jiménez Borja, José. Obra selecta. Compilación y prólogo de Alberto Tauro. Academia Peruana de la Lengua. Lima, 1986. 663 páginas. Talleres Gráficos P.L. Villanueva S.A.
López Albújar, Enrique. Lámpara Votiva. Poemas. Banco Industrial del Perú. Fondo del Libro. Tercera edición. Lima, 1988. Impresión AUSONÍA S.A. 188 páginas.
Tauro del Pino, Alberto. Enciclopedia ilustrada del Perú. Tomo 9. Tercera Edición. Lima,2001. Peisa.
Unos Tacneños. El alma de Tacna. (Ensayo de interpretación histórica). Tacna, 1926. Edición Fascimilar. Presentación de Héctor Tapia Cano. Colofón de Arturo Jiménez Borja. Ediciones COFIDE. Lima, 1989. 152 páginas. Servicios Artes Gráficas E.KUG.EIRL
JUSTICIA!. Organo de la delegación Jurídica del Perú en el plebiscito de Tacna y Arica. Edición fascimilar. FUNDACIÓN DEL BANCO CONTINENTAL PARA EL FOMENTO DE EDUCACIÓN Y LA CULTURA. EDICIONES EDUBANCO. Lima, 1979. 159 páginas. Industrial Gráfica S.A.

BREVE HOJA DE VIDA DE FREDY GAMBETTA

Fredy Gambetta es poeta, periodista cultural, investigador de la historia tacneña, conocido como el CRONISTA DE TACNA. Se inició escribiendo columnas culturales en el diario LA VOZ DE TACNA, en 1967. Ganador de los Juegos Florales en Cuento, en la Universidad Nacional San Agustín. Escribe, desde 1973, la columna dominical RUMOR DEL CAPLINA, en el diario CORREO. Su trabajo, como Periodista Profesional, lo desempeñó en varias instituciones como Asesor de Imagen en ELECTROSUR S.A., EGESUR, la UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA y la ZOFRATACNA.

Ha sido Asesor del Despacho Ministerial de Educación, en 1995-1996. Fue designado Director del Archivo Regional de Tacna; primer Jefe del Proyecto Cultural del Gobierno Regional de Tacna y, actualmente, ocupa la Sub Dirección de Educación y Cultura, de la Municipalidad Provincial de Tacna.

La República de Bolivia le ha otorgado la Orden del Libertador Simón Bolívar, en el Grado de COMENDADOR. Ha recibido distinciones de los gobiernos municipales de Arequipa, Moquegua y Puno. Ostenta la MEDALLA DE LA CULTURA, de la Filial Tacna del INC; la MEDALLA DE LA CULTURA “FRANCISCO DE PAULA GONZALES VIGIL” (Dirección Regional de Cultura) y el PREMIO FOMENTO A LA CULTURA, de la Municipalidad Provincial de Tacna, además de reconocimientos de universidades y de personalidades intelectuales como, entre otros, los doctores Jorge Basadre, José Jiménez Borja y Gustavo Pons Muzzo.

Ha dictado conferencias en universidades de Chile, Bolivia y Cuba.. Sus poemas se han publicado en revistas de España, Estados Unidos, Puerto Rico, Colombia, Ecuador, Venezuela, Argentina, Bolivia, Brasil. Es corresponsal del periódico que la comunidad Ligure edita en Genova, Italia. Varios de sus poemas y crónicas han sido traducidos al italiano, inglés y portugués.

Ha publicado libros de poesìa, de crònicas, una novela histórica, un ensayo biogràfico y otro de episodios de la Guerra con Chile.

Su ciudad natal lo honró designándolo para recibir, en su nombre, los restos mortales del ilustre tacneño Jorge Basadre. Es destacado promotor cultural y escritor de documentales.

LA LECCIÓN DEL 28 DE AGOSTO

Confieso ante ustedes, caros lectores, que días antes del pasado 28 de Agosto me asaltaron las dudas sobre cuál sería el comportamiento de algunos tacneños, o de gente afincada en esta, nuestra ciudad, durante el desarrollo de la Procesión de la Bandera.
Algunos llamaban a suspender todos los actos programados; aquellos decían que no debería convocarse a la sesión solemne, en el Teatro Municipal; que las banderas deberían estar izadas a media asta y que, cual cortejo de viudos o viudas, quienes asistieran a la Procesión de la Bandera deberían hacerlo vestidos de riguroso luto.
Todo ese conjunto de insinuaciones, sugerencias, proposiciones, insinuaciones o recomendaciones, me parecían absolutamente inconvenientes, torpes. Desde mi punto de vista creo que nada tiene que hacer la protesta, por lo que fuere, con la celebración del 28 de Agosto que, sin exageración, es la fiesta más grande de nosotros los tacneños.
Lamento, y lo tengo que decir muy fraternalmente, que se haya hecho pública, días antes, una ordenanza municipal que indicaba izar la bandera a media asta. Otra vez, desde mi punto de vista, creo que nada justifica izar nuestro sagrado símbolo patrio, a media asta. Esta es una ciudad altiva, digna, que luchó cerca de medio siglo por ver su enseña patria al tope de los mástiles. Nada más equivocado, por decir lo menos, que disponer izar banderas a media asta. El pueblo así lo entendió y aquella ordenanza tuvo que dormir el sueño de los justos.
Ir vestidos de luto hubiera sido grotesco. El 28 de Agosto, hasta que Tacna sea Tacna, será un día de fiesta, de júbilo, de regocijo, de alborozo, de algazara, de máxima exultación cívica.
Finalmente me cabía aún la duda de si habrían o no grupos que se presentaran con carteles, con pancartas, protestando contra esto o aquello, empañando la ceremonia. Felizmente llegó el 28 y nada de ello ocurrió.
Los tacneños dieron una lección ejemplar de civismo, de educación, de real patriotismo, de educación cívica. No se confundieron las fechas. Se mostró, a quienes quisieran así entenderlo, que aquí la mayoría sabe que para todo hay una oportunidad, un espacio. Las protestas tienen su lugar y su tiempo.
He visto, con regocijo, a muchos tacneños y tacneñistas, marchar detrás de la bandera, ordenadamente, vivando a la patria grande y a la patria chica. He visto, como vimos todos, a los niños de los centros de educación inicial que, a lo largo del recorrido de la Procesión cívica ofrendaban lo mejor que habían aprendido en el aula. De trecho en trecho, como es costumbre, y tal como lo hacen las efigies sagradas, la gran bandera se detenía en estaciones para que, por doquier, se le brindara homenaje mientras que de los balcones la lluvia de moradas buganvillas, o de pétalos de rosas, caía sobre el símbolo rojo y blanco y el entusiasta cortejo.
Este 28 de Agosto ha sido singular por varios motivos y creo que nos ha dejado enseñanzas a los tacneños. En primer lugar, observamos que ha sido mucho mejor que no estuvieran presentes autoridades, ni políticos, sean estos del gobierno o de la oposición. Así nadie ha pretendido llevar agua para su molino. Felizmente que los políticos locales, candidatos a alcaldes o a presidentes de la región, supieron guardar discreción y distancia. Ese hecho los hace grandes. Nada hubiera sido más torpe que alguien hubiera pretendido encaramarse a un escenario tan caro, tan grande, tan íntimamente tacneño, para hacerse notar.
En resumen, ojalá que siempre sea así. Que el 28 de Agosto se celebre con la solemnidad que merece el recuerdo de una fecha símbolo de lo que es la lealtad, el amor a la patria. Fecha en la que evocamos a los tacneños que supieron darnos patria, que escogieron al Perú como única opción que, pese a saber que no tenían apoyo, desarmados, fueron persistentes, empecinados en su afán, con un empecinamiento que no ha mostrado ningún otro pueblo en América y muy pocos, poquísimos, en el orbe.
Me permito una sugerencia, para los próximos años. El 28 de Agosto, en el acto público del Parque de la Mujer Tacneña, se debería guardar un minuto de silencio en recuerdo de Arica peruana.
Si bien es cierto que el 28 de Agosto de 1929 fue un día de júbilo para los tacneños peruanos fue, no hay que olvidarlo, un día tristísimo, de luto, para los ariqueños peruanos que para siempre se desmembraban del Perú, su madre patria.

FREDY GAMBETTA

Tacna, 30 de agosto de 2002

TESTIMONIO DE AMOR POR EL PERÚ

La letra de un valse popular dice unos versos que repito con entusiasmo:” …tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz”.
Cómo no voy a ser feliz de haber nacido “en esta hermosa tierra del Sol” que, según un notable científico estadounidense, bastaría salvarla para salvar al planeta en el caso, hipotético, que todos los demás territorios estuvieran condenados a desaparecer.
Cómo no ser feliz de haber nacido en un territorio bañado por un mar que es un inmenso manto de zafiro. País de tres regiones naturales, con picos nevados de más de cincomil metros, hermosas cadenas de montañas, ricos valles, abrigados por enormes cerros, playas de arena finísima, especies marinas variadísimas e inacabables, ríos y lagos, nudos y pongos, abismos y cañones tan profundos como los más profundos del planeta, variedad de arbustos y de árboles, una fauna única, en todos los pisos ecológicos, una selva aun virgen en muchos puntos de su extenso y rico territorio, riquezas que todavía la tierra conserva y que, de a poco, la muestra a través de los siglos.
Cómo no ser feliz de habitar un país como el nuestro que ha sido, y es, envidia de muchos por sus riquezas potenciales, por ser, como lo es, una verdadera, una real despensa de la humanidad sobre todo en sus áridos desiertos que, algún día, gracias a la energía atómica, o a sabe Dios que otra clase de energía, se vestirán de verde.
Cómo no ser feliz de saber que tenemos un pasado riquísimo que se expresa en los restos de las culturas pre incas. En unos tejidos, como los de la Cultura Nazca, por ejemplo, hechos con una técnica que hasta hoy es un misterio y en huacos y aribalos, en tumbas funerarias, como la del Señor de Sipán, y en construcciones majestuosas adecuadas a los caprichos de la naturaleza. Chan-Chan, ciudad de adobe, es un ejemplo que asombra y que resiste a las Corrientes del Niño, que castigan periódicamente al territorio, y ni qué más decir de la universalmente conocida ciudadela de Macchu Picchu y de las fortalezas y templos que han quedado como símbolo de la creatividad de los antiguos peruanos.
Cómo no ser feliz de haber nacido en este país, cuna de un Virreynato, en el que dos culturas se fundieron y se expresaron no solamente en el idioma sino también en las costumbres, en las organizaciones civiles, en la bella arquitectura que por doquier nos muestra construcciones religiosas, de los más variados estilos, en los que el toque peruano les da una singularidad.
Cómo no ser feliz de conocer la literatura peruana, desde los dramas del teatro quechua hasta la obras de Mario Vargas Llosa pasando por portentos de la poesía como Vallejo, Eguren o Chocano; pensadores y ensayistas que van desde aquel monstruo, peruano fénix de los ingenios, don Pedro de Peralta Rocha y Benavides, hasta las cumbres del pensamiento, Haya de la Torre y Mariátegui y ese polígrafo insuperable que fue Luis Alberto Sánchez; historiadores como Jorge Basadre, Luis E. Valcárcel, Rubén Vargas Ugarte; pintores, desde aquellos anónimos de la escuela cuzqueña hasta Merino, Lazo, Sabogal, Szyszlo o Núñez Ureta; escultores como Baca Rossi o Delfín y músicos como Valle Riestra, Alomía Robles, Alfonso de Silva o Duncker Lavalle.
Cómo no ser feliz de haber nacido en el mismo país que fue la cuna de héroes como Grau o Bolognesi; de precursores de la talla de Tupac Amaru o Zela; de sabios como Unanue y de gobernantes de la altura de Ramón Castilla.
Cómo no ser feliz de ser compatriota del médico mártir Daniel Alcídes Carrión; del mestizo ancashino Fermín Fitzcarrald, que descubrió maravillas en la selva peruana; de Antonio Mesones Muro, llamado “el hombre del Marañón”;del grande sabio Julio C. Tello, que “desenterró” las riquezas del Perú antiguo y las puso en valor; del titán de las hidroeléctricas, el sabio Santiago Antúnez de Mayolo; del pionero de la minería, Ricardo Bentín; de la dulce Rosa Mercedes Ayarza de Morales, la dama de la primera marinera, que compuso la música de La concheperla, que aparece en Rasgos de Pluma, de El Tunante, quien le dio el nombre al baile nacional inspirado en nuestra Marina de Guerra; de Carlos Monge, médico que conoció y definió la sintomatología del “Mal de Altura”; de los grandes futbolistas“Manguera” Villanueva y “Lolo” Fernández o del tenista, campeón del mundo, Alejandro Olmedo.
Perú tierra de riquísimo folclore. Los que saben afirman que nuestra cocina, junto a la china, la francesa y la italiana, es una de las más ricas en sabor y variedad en el mundo. Perú tierra donde nació el pisco, peruanísimo aguardiente que debe su nombre a un pajarillo que cantó a los paracas y a los nazcas desde épocas inmemoriales. Perú país en el que en cada pueblo hay una fiesta patronal, con bailes típicos y platos únicos. Una sola ciudad, Arequipa, en el sur, o Trujillo, en el norte, por ejemplo, tienen tal variedad de platos, para cada día de la semana, que, en comparación, equivalen al acervo gastronómico de más de un país del globo.
Perú país en el que se hablan idiomas y dialectos y en el que sus gentes expresan su fe en procesiones impresionantes como la del Señor de los Milagros, una de las más grandes concentraciones humanas que, en el planeta, siguen a una efigie.
Qué grande es este nuestro Perú generoso, como bien dijeron los marineros chilenos, después de ser derrotados por Grau en el combate de Iquique. Perú, nuestro amado país, es un mendigo sentado en un banco de oro, en la frase de Raimondi y un problema, pero también una posibilidad, y mucho más grande que sus problemas, en el pensamiento de Basadre.
Por eso frente a todos los pesimistas y los malvados, a los renegados y los renegones, a los que sacan partido de las miserias, que nunca son mayoría, de los que viven de la carroña, día tras día, yo, poeta, escritor y cronista tacneño, en nombre de los que tienen fe, para trabajar y soñar, rescato aquella frase granítica y redonda que decía José Santos Chocano : ¡VALE UN PERÚ¡
Tacna, 2002-07-25

BOHEMIA TACNEÑA, UNA VOZ EN CAUTIVERIO

Nota.- Empecè a colaborar en CORREO, en setiembre de 1968. Se cumplen 40 años de ello. Esta crònica es un aporte en este nuevo aniversario del diario que me acoge.
El 20 de octubre de 1883 se firmó en el balneario limeño de Ancón el tratado que estipulaba la cesión definitiva de Tarapacá a la República de Chile así como, en la cláusula tercera, se acordaba realizar después de diez años un plebiscito en las provincias de Tacna y Arica, momentáneamente en poder chileno, con el objeto de determinar a cual de los países pertenecerían definitivamente dichos territorios.
A raíz de ello un grupo de notables tacneños y ariqueños, residentes en Lima, suscribió un acta de siete considerandos, el 10 de Marzo de 1884. En un de sus párrafos expresaban que “.. si se ha suscrito el tratado ha sido únicamente en fuerza de la dura presión que ejercían las armas chilenas; que el Perú, aún obligado por las circunstancias, no puede enajenar derechos imprescriptibles de personalidades colectivas, en beneficio de una nación ajena por sus instituciones a nuestras costumbres y tradiciones inveteradas; y que los naturales de esos lugares son los únicos que tienen derecho a decidir de su suerte”. Al finalizar el documento prometían “… permanecer fieles a la nación peruana y unidos siempre al Perú, nuestra patria, seguir junto con él la suerte que la Providencia le tenga reservada”. El tratado se ratificó el 28 de Marzo de 1884 y el plebiscito convenido jamás se realizó.
En Tacna y Arica se mantuvo vivo el amor a la patria. Cada hogar se convirtió en un santuario del patriotismo y en foco de resistencia. Nadie dudaba que el plebiscito, anunciado para 1894, debería ser favorable a la causa peruana.
Los jóvenes intelectuales, poetas, escritores, pintores, músicos, periodistas, teatristas, comprendieron que debían asumir un rol activo en el mantenimiento de los valores peruanos. Fruto de sus esfuerzos, de sus anhelos patrióticos, fue la constitución de la Bohemia Tacneña, en el año 1886.
El nacimiento de la Bohemia Tacneña fue descrito por el poeta Víctor González Mantilla. Gracias a su testimonio sabemos que el hecho tuvo lugar en la residencia del historiador ariqueño Rómulo Cuneo Vidal, que firmaba con el seudónimo de Juan Pagador. La decoración del ambiente, recuerda González Mantilla, no pudo ser más apropiada: “ Estábamos en un salón tapizado de rojo, rodeados de panoplias y de banderas que, por cierto, no ostentaban más de dos colores: los de Angamos y el Morro”.
Existe un grabado en el que aparecen los integrantes de la Bohemia Tacneña. Fue publicado en la revista LETRAS. Una copia ampliada se puede observar enmarcada en un cuadro que adorna una de las paredes laterales del salón auditorio de la Filial en Tacna del Instituto Nacional de Cultura.
La descripción más acertada, de dicho grabado, fue escrita por la novelista cajamarquina Amalia Puga de Losada, que escribía con el seudónimo Hada Night. La descripción, que transcribimos, está fecha en la pascua de Navidad del año 1897:
“ Hay una cabecera y la ocupa una mujer superior: Carolina Freyre de Jaimes, poetisa tierna y de elevada inspiración, los acordes de cuyo laúd han arrullado el nacimiento de la moderna literatura tacneña.
Y hay un centro y lo ocupa, con sobrados títulos, Modesto Molina el cantor de Mercedes, el Pontífice. A la diestra de Carolina Freyre de Jaimes está su talentoso hijo Ricardo Jaimes Freyre, poeta de raza, compañero de labor – un tiempo – y de exquisitos ideales parnasianos – siempre – de Rubén Darío.
A la izquierda de la poetisa, Víctor González Mantilla, ex diplomático veleidoso y elegantísimo poeta, bohemio eterno.
Sobre las alas: Mario Centore, socialista de la política y de las letras, altivo y audaz, y Enrique Hurtado y Arias, vigoroso escritor, poderoso crítico, periodista de alto vuelo, cuyo domicilio de polémica y de esprit está en las columnas de la batalladora Nueva República de Santiago de Chile.
Molina está entre J. Federico Barreto, poeta de estro prepotente y de laúd de íntimas cuerdas del alma, y Juan Pagador (Rómulo Cuneo Vidal) el único ariqueño de la tribu, fundador y genuino padre espiritual de la Bohemia, originalísimo escritor de nobles estros y simpática y arrobadora fantasía, harto conocido para necesitar de más pausada presentación. Sobre las alas, Jerónimo de Lama y Ossa y Carlos Velarde y Fuentes.
En el grupo inferior campea José María Barreto, el lúgubre hermano de sangre y de talento de Federico, bohemio de alma de desconsoladas penas, de quien narran que nunca sonríe, siendo así, en cambio que hay tanta luz, tanta elegancia, tanta chispa en lo que escribe.
Sobre la lúgubre pechera, Julio Moevius Chocano, espíritu delicado, pluma de fino corte aristocrático con no sé que perfiles de Heine en su doble complexión de peruano-alemán. Sobre la derecha Carlos Ledgard Neuhaus. Sobre la izquierda Walter Scott Pease, limeño de nacimiento, tacneño por destino y su tumba, bohemio de la música, Thalberg del Perú”.
La Bohemia Tacneña, a través de su vocero, la revista LETRAS, mantenía correspondencia con escritores del Perú y del extranjero donde contaba con corresponsales en más de 16 países de América y Europa. La revista LETRAS ha sido injustamente ignorada por los estudiosos de la literatura peruana siendo que fue el vocero mayor de un grupo de literatos patriotas cuyo objetivo era mantener la peruanidad del sur cautivo, después de la tragedia que fue la Guerra del Pacífico.
Los integrantes de la Bohemia Tacneña se unieron a los jóvenes modernistas arequipeños que habían iniciado un movimiento para rendir homenaje nacional y coronar con laureles a don Ricardo Palma. El ilustre tradicionista remitió una carta al joven José María Barreto, director de LETRAS.
Lima, noviembre de 1896
Señor José María Barreto Tacna
Estimado amigo:
Veo por el último número de LETRAS que he recibido, que también usted patrocina la desdichada idea que inició EL TORNEO de Arequipa. Agradezco lo cariñoso del propósito, pero lo rechazo. Presumo que, a la fecha, habrá publicado EL TORNEO la carta en que me niego a la broma de la coronación. Yo conozco mi tierra y mi gente, y no quiero dar pretexto a los imbéciles para que me pongan en la picota del ridículo.
Si Mostajo hubiese publicado mi carta, reprodúzcala usted. Nada de coronaciones a que estoy muy lejos de prestarme. Bástame con que la nueva generación me profese afecto. No está nuestra patria todavía en condiciones para coronar a nadie y menos a mí.
Muy rodeado de labores oficinescas, no tengo tiempo para borronear algo, como usted desea. Sin embargo le acompaño unos rengloncitos inéditos.
Con saludos a Federico Barreto y a Modesto Molina, quedo de usted apreciado afectísimo.
Ricardo Palma
Los “bohemios” tacneños, vaticinadores e inteligentes, con mayor visión que el común de sus paisanos para percibir los acontecimientos que vendrían, repararon en que el plebiscito estipulado en el Tratado de Ancón no sería jamás convocado.
Es entonces cuando en un momento en que el desánimo hacía fácil presa de los espíritus se recibe un mensaje vital, profundo, que nos recuerda las voces de González Prada o de Unamuno que se escucharían después. Era la voz del bohemio poeta Víctor González Mantilla que, lejos de la patria, viviendo en Oruro, Bolivia, escribe una carta a sus pares, de la que transcribimos su parte medular:
“ … la obra es lenta; lenta es la germinación de la semilla; pero su fruto es seguro. Trabajar, trabajar … pero sin humedecer la pluma en sangre, sin llenarse el cerebro de ruinas y devastaciones, sin necios clamoreos, sin imprecaciones, y con un ideal: la reconstrucción de todo lo deshecho. ¿ No hay espíritu público? ¡Formarlo! ¿Hay patriotismo? ¡Alentarlo! ¿Hay virtud? ¡Apoyarla! ¿No hay esperanza? ¡Crearla!”
Llegó el año 1894 y el plebiscito no se realizó. El gobierno de Santiago tenía la certeza que de haberse llevado adelante la consulta popular, como se había pactado, el voto sería unánime a favor del Perú.
Los integrantes de la Bohemia tacneña siguieron trabajando en la edición de LETRAS y colaborando en EL PROGRESISTA, que dirigía el poeta Federico Barreto. Con los años, poco a poco, como la gota que mina la dureza de la roca, la presencia del poder opresor hizo imposible que los bohemios alcanzaran sus objetivos. A propósito, Gróver Pango Vildoso, en su libro ALTAS LETRAS anota: “ La Bohemia Tacneña, que no llegó a consolidarse como un movimiento literario, fue más bien un sentimiento, un impulso nacido al calor del patriotismo. Su presencia como grupo fue diluyéndose al iniciarse el siglo, tal vez como consecuencia de la nueva burla a sus empeños, como fue el fracaso del Protocolo Billinghurst – La Torre, y también por el agudizamiento de la hostilidad contra el elemento peruano en ambas provincias”.
Tacna y Arica se mantuvieron cautivas hasta el 28 de Agosto de 1929 en que, mediante un nuevo tratado, Tacna retornó a la administración peruana y Arica pasó a formar parte del territorio chileno.
En la diáspora varios integrantes de la Bohemia Tacneña perecieron sin conocer el desenlace de los acontecimientos. Julio Moevius Chocano, en plena juventud, falleció en Hamburgo, en 1899; Carolina Freyre de Jaimes murió en 1916, en Buenos Aires; Víctor González Mantilla está enterrado en Iquique, desde 1907; Mario Centore falleció en 1920, abandonado por todos, en Valparaíso; Jerónimo de Lama partió en 1915 y Carlos Velarde en julio de 1929, un mes antes de la reincorporación de su ciudad natal al Perú, mientras que Federico Barreto, el poeta Cantor del Cautiverio, cerró sus ojos para siempre en Marsella, en octubre de 1929.
Es hora de devolverle la mirada a la Bohemia Tacneña, movimiento sui generis en la cultura nacional.


FREDY GAMBETTA (x)

UN ANIVERSARIO PATRIO EN CAUTIVERIO EN 1900

Aquel año 1900, estando próximo el 28 de Julio, día del Aniversario Nacional del Perú, y en vista de que la situación de represión era grande, de parte de las autoridades, un grupo de jóvenes, que organizaban un baile social y los socios del Club Unión, que tenían programado un banquete, suspendieron aquellas actividades. Los tiempos no estaban para celebrar.
El sábado 28 de Julio aparecieron sendos editoriales, saludando al Perú, y un aviso de la sociedad de Artesanos:
“EN VISTA DE ALGUNAS RESTRICCIONES IMPUESTAS POR LA AUTORIDAD EL DIRECTORIO HA RESUELTO SUPRIMIR LAS FIESTAS ACORDADAS EN CELEBRACION DEL ANIVERSARIO DE SU FUNDACION Y DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ.
LA EMPRESA”
Un espacio destacado mereció, en los diarios de aquel día, la carta que firmaba el doctor Artidoro Espejo, Presidente de la Sociedad de Artesanos, en la que explicaba la conferencia que sostuvo, el día anterior, con el Intendente Manuel Francisco Palacios. En ella dice que la autoridad observó que no debía cantarse el HIMNO DE TACNA, del poeta Molina, porque era lesivo a Chile y que, en su reemplazo, deberíamos entonar el Himno Nacional del Perú. También escribe el doctor Espejo que al ser preguntado sobre si hubiese una procesión, llevando el estandarte de la Sociedad, “le indiqué que se trataba únicamente de la Sociedad de Artesanos fuera a misa llevando su nuevo estandarte para hacerlo bendecir”.
El Intendente contestó que debían llevarlo plegado, porque era la enseña de un país extranjero y que, si acudía gente, “podía suceder que un roto (palabra textual) nos insultara, provocando un conflicto”.
El doctor Espejo consiguió que se autorizara llevar el estandarte al templo, desplegado. La condición era que, al terminar la misa, volviera la enseña acompañada solamente por el Directorio y que, la programación, y los acuerdos, deberían entregarlos al despacho del Intendente para publicarlos en el diario chileno EL NORTE.
No obtuvieron permiso para izar la bandera del Perú porque, en concepto de la autoridad chilena, estaban en un país extranjero y no tenían ningún representante consular. Tampoco autorizó quemar cohetes, bombardas o luces de bengala “porque alarman innecesariamente a la población y no se usaba en Chile esa costumbre”.
El Presidente de la Sociedad de Artesanos se reunió de urgencia con su Directorio, y algunos socios, y decidieron, conociendo el informe, suspender las actividades que estaban programadas y hacer conocer su decisión al Intendente Palacios.
En otro lugar destacado los diarios peruanos publican un mensaje que un grupo de notables tacneños dirige al señor Presidente de la Republica, Ingeniero Eduardo López de la Romaña. El texto es el siguiente:
“Tenemos el encargo de todos los peruanos que residen en esta parte del departamento de Tacna, de saludar a la patria en persona de su digno mandatario; así como de manifestar a Vuestra excelencia y al Congreso instalado que, a pesar de que en esta fecha grandiosa de la historia americana no hemos podido hacer flamear la bandera del Perú, nos alimenta, hoy más que nunca, la esperanza de que en un día no lejano podrá ese glorioso símbolo dar de nuevo sombra a nuestros hogares y desplegarse entonces como único soberano de esos territorios.
Suplicamos a Vuestra Excelencia hacer transmitir estos sentimientos al Congreso.
Mac Lean, Jiménez, Basadre y Forero, Monje Ledesma, Espejo, Salketd, Basadre, Barreto, Riveros, Cornejo, Ibarra, Belaúnde, Meza, Smtid, Trabuco, Carlevarino, Soza, Ostolaza, Pescetto, Rey, Vargas, Piélago, Bravo, Vives”
Un periodista, de LA VOZ DEL SUR, en la edición del 28 de julio, escribe un análisis de la letra del HIMNO A TACNA, del poeta Modesto Molina, para demostrar que en ella no hay ninguna ofensa a Chile, como alegaba el Intendente Palacios para justificar su decisión de no permitir que los peruanos tacneños, y ariqueños, celebraran el aniversario nacional del Perú.
La ciudad parecía un cementerio el día 28. Por la noche los chiquillos que pasaron frente al Club Unión, lanzaron cohetes y dieron vivas al Perú. Esto fue suficiente para que fueran atacados a sablazos por la policía. Como anécdota registramos que uno de los sablazos, dirigido al joven peruano Juan José Montes, fue esquivado con agilidad por éste y fue a dar en los hombros de César Palacios Infantes quien era, nada menos, que el hijo del Intendente, la primera autoridad chilena en Tacna y Arica.
Un brillante hijo de Tacna era el joven abogado Alfredo Neuhaus, miembro de una distinguida familia tacneña, quien se encontraba de visita en su ciudad natal. El, que estuvo cerca de los muchachos que vivaban a su patria, hizo lo propio. Inmediatamente fue detenido y llevado a la comisaría.
En la Plaza Colón los policías detuvieron al ciudadano chileno Hermógenes del Canto por cantar, en un grupo de peruanos, el Himno de Tacna. Del Canto fue expulsado del Club Tacna, regentando por chilenos. También apresaron al tacneño José Manuel Eyzaguirre, en la Prefectura de la Policía, junto a los chiquillos y jóvenes que, al día siguiente, en medio de dos filas de soldados armados, fueron conducidos, por las calles céntricas, rumbo al Juzgado del Crimen.
Para vergüenza de las fuerzas de ocupación, una niñita de diez años, de la familia Vargas Pomareda, fue amonestada por los policías al haberla encontrado batiendo una luz de bengala. La familia tuvo que pagar una multa de diez pesos que, en ese tiempo, no era poca cosa.
Igualmente era risible ver a los policías persiguiendo a los niños para arrancarles las escarapelas peruanas que se habían prendido en sus tiernos pechos.
Otra anécdota. En la tarde del 28 transitaba por una de las cuadras de la céntrica calle Bolívar, hoy San Martín, el Prefecto de la Policía. Al pasar frente a la casona de la familia italiana, Gnecco, dos bellas jóvenes, de esa nacionalidad, le dijeron: “Señor Jaramillo, viva el Perú ¡”. El interpelado contestó, frunciendo el seño, un sonoro “¡Muera!”
Pero no todos los chilenos eran cortados con la misma tijera. El Juez de Letras, Julio Salinas, fue saludado muy respetuosamente por cuatro jovencitos que paseaban en un coche descubierto, por la alameda. Al saludo le agregaron, “Señor Salinas ¡Viva el Perú!”. El, inteligentemente, se descubrió y contestó: “¡Qué viva!”
En el día de la fiesta nacional los consulados de Italia, España, Holanda, Bélgica, Austria – Hungría y un ciudadano chino, que se auto titulaba representante de su país, izaron al tope sus banderas.
A pesar de las prohibiciones oficiales, en la Iglesia de San Ramón se reunió la feligresía. El Párroco Alejandro Manrique celebró una misa y pronunció una oración fúnebre por la patria. El templo estaba repleto de fieles. En el intermedio las damas interpretaron piezas musicales. Sobresalieron los temas de Caballería Rusticana y el canto de la plegaria de esa ópera. El profesor Manuel Macedo dirigió la parte musical.
Terminada la misa las damas se dirigieron a la residencia del señor Alejandro Mac Lean. En sus instrumentos lucían cintas bicolores. No fueron molestadas por la policía.
Otros testimonio, de lo que sucedió aquel 28 de Julio, lo leemos en la columna LUNARIAS, que LA VOZ DEL SUR publicó el domingo 30. Ratifica lo que sabemos por otras fuentes, al contarnos que ese día fue de duelo. Era la primera vez que, después de veinte años de ocupación, los peruanos se vieron impedidos de celebrar el aniversario nacional.
“El comercio, en general extranjero, cerró sus puertas; el tráfico de vehículos fue interrumpido y las calles veiánse desiertas. No desiertas, de rato en rato las cruzaban, ruidosamente, patrullas de soldados armados…”
El cronista recuerda que ni en los primeros años de la ocupación se observaron estrictas prohibiciones. Entonces, el Jefe Político de Tacna, el poeta Eusebio Lillo, autor de la letra de la Canción Nacional de Chile, ofrecía todas las facilidades para que los peruanos celebraran sus efemérides.
Afirmaba que mucho mejor hubiera sido seguir la diplomacia aquella de los Soffia, los Velásquez, los Fierro o los Edwards y no la represión dura que imponía el Intendente Palacios. Aunque, al final, deduce que tal vez era mejor la actual táctica porque, al pretender chilenizar a la fuerza, a la población de Tacna y Arica, el resultado que obtendrían seria contrario a sus intereses.
Una hermosa lección ofrecieron los niños tacneños, el 28 de Julio, en el Liceo de Tacna al que tuvieron que asistir porque no era feriado. Dice el cronista de LA VOZ DEL SUR que los alumnos, aprovechando el descuido de sus profesores, fueron al salón de estudios musicales y, alrededor de un piano, tocado por uno de ellos, cantaron el Himno de Tacna que era, como lo apunta el periodista, “el credo del cautiverio”
“Mantengamos el fuego sagrado, del amor a la patria inmortal” repetían los niños en voz alta, cuando apareció el Inspector y tuvieron que callar. “ En sus ojos brillaba, en esos momentos, todo el santo patriotismo de sus tiernos corazones, que ni los textos que estudian ni los profesores extranjeros que les enseñan podrán hacer olvidar jamás… ¡
Con razón ha dicho alguien de los niños tacneños son como aquellos pequeños alsacianos que cuando les preguntaban sus maestros alemanes donde estaba su patria les contestaban aquí, golpeándose el corazón” (LA VOZ DEL SUR – 1 de Agosto de 1990)

Autor: Freddy Gambeta

(*) El 28 de Julio de 1901 sería la última vez que los tacneños podrían pasear la enseña patria. Aquel suceso se le conoce como “La Procesión de la Bandera”-