Nota.- Empecè a colaborar en CORREO, en setiembre de 1968. Se cumplen 40 años de ello. Esta crònica es un aporte en este nuevo aniversario del diario que me acoge.
El 20 de octubre de 1883 se firmó en el balneario limeño de Ancón el tratado que estipulaba la cesión definitiva de Tarapacá a la República de Chile así como, en la cláusula tercera, se acordaba realizar después de diez años un plebiscito en las provincias de Tacna y Arica, momentáneamente en poder chileno, con el objeto de determinar a cual de los países pertenecerían definitivamente dichos territorios.
A raíz de ello un grupo de notables tacneños y ariqueños, residentes en Lima, suscribió un acta de siete considerandos, el 10 de Marzo de 1884. En un de sus párrafos expresaban que “.. si se ha suscrito el tratado ha sido únicamente en fuerza de la dura presión que ejercían las armas chilenas; que el Perú, aún obligado por las circunstancias, no puede enajenar derechos imprescriptibles de personalidades colectivas, en beneficio de una nación ajena por sus instituciones a nuestras costumbres y tradiciones inveteradas; y que los naturales de esos lugares son los únicos que tienen derecho a decidir de su suerte”. Al finalizar el documento prometían “… permanecer fieles a la nación peruana y unidos siempre al Perú, nuestra patria, seguir junto con él la suerte que la Providencia le tenga reservada”. El tratado se ratificó el 28 de Marzo de 1884 y el plebiscito convenido jamás se realizó.
En Tacna y Arica se mantuvo vivo el amor a la patria. Cada hogar se convirtió en un santuario del patriotismo y en foco de resistencia. Nadie dudaba que el plebiscito, anunciado para 1894, debería ser favorable a la causa peruana.
Los jóvenes intelectuales, poetas, escritores, pintores, músicos, periodistas, teatristas, comprendieron que debían asumir un rol activo en el mantenimiento de los valores peruanos. Fruto de sus esfuerzos, de sus anhelos patrióticos, fue la constitución de la Bohemia Tacneña, en el año 1886.
El nacimiento de la Bohemia Tacneña fue descrito por el poeta Víctor González Mantilla. Gracias a su testimonio sabemos que el hecho tuvo lugar en la residencia del historiador ariqueño Rómulo Cuneo Vidal, que firmaba con el seudónimo de Juan Pagador. La decoración del ambiente, recuerda González Mantilla, no pudo ser más apropiada: “ Estábamos en un salón tapizado de rojo, rodeados de panoplias y de banderas que, por cierto, no ostentaban más de dos colores: los de Angamos y el Morro”.
Existe un grabado en el que aparecen los integrantes de la Bohemia Tacneña. Fue publicado en la revista LETRAS. Una copia ampliada se puede observar enmarcada en un cuadro que adorna una de las paredes laterales del salón auditorio de la Filial en Tacna del Instituto Nacional de Cultura.
La descripción más acertada, de dicho grabado, fue escrita por la novelista cajamarquina Amalia Puga de Losada, que escribía con el seudónimo Hada Night. La descripción, que transcribimos, está fecha en la pascua de Navidad del año 1897:
“ Hay una cabecera y la ocupa una mujer superior: Carolina Freyre de Jaimes, poetisa tierna y de elevada inspiración, los acordes de cuyo laúd han arrullado el nacimiento de la moderna literatura tacneña.
Y hay un centro y lo ocupa, con sobrados títulos, Modesto Molina el cantor de Mercedes, el Pontífice. A la diestra de Carolina Freyre de Jaimes está su talentoso hijo Ricardo Jaimes Freyre, poeta de raza, compañero de labor – un tiempo – y de exquisitos ideales parnasianos – siempre – de Rubén Darío.
A la izquierda de la poetisa, Víctor González Mantilla, ex diplomático veleidoso y elegantísimo poeta, bohemio eterno.
Sobre las alas: Mario Centore, socialista de la política y de las letras, altivo y audaz, y Enrique Hurtado y Arias, vigoroso escritor, poderoso crítico, periodista de alto vuelo, cuyo domicilio de polémica y de esprit está en las columnas de la batalladora Nueva República de Santiago de Chile.
Molina está entre J. Federico Barreto, poeta de estro prepotente y de laúd de íntimas cuerdas del alma, y Juan Pagador (Rómulo Cuneo Vidal) el único ariqueño de la tribu, fundador y genuino padre espiritual de la Bohemia, originalísimo escritor de nobles estros y simpática y arrobadora fantasía, harto conocido para necesitar de más pausada presentación. Sobre las alas, Jerónimo de Lama y Ossa y Carlos Velarde y Fuentes.
En el grupo inferior campea José María Barreto, el lúgubre hermano de sangre y de talento de Federico, bohemio de alma de desconsoladas penas, de quien narran que nunca sonríe, siendo así, en cambio que hay tanta luz, tanta elegancia, tanta chispa en lo que escribe.
Sobre la lúgubre pechera, Julio Moevius Chocano, espíritu delicado, pluma de fino corte aristocrático con no sé que perfiles de Heine en su doble complexión de peruano-alemán. Sobre la derecha Carlos Ledgard Neuhaus. Sobre la izquierda Walter Scott Pease, limeño de nacimiento, tacneño por destino y su tumba, bohemio de la música, Thalberg del Perú”.
La Bohemia Tacneña, a través de su vocero, la revista LETRAS, mantenía correspondencia con escritores del Perú y del extranjero donde contaba con corresponsales en más de 16 países de América y Europa. La revista LETRAS ha sido injustamente ignorada por los estudiosos de la literatura peruana siendo que fue el vocero mayor de un grupo de literatos patriotas cuyo objetivo era mantener la peruanidad del sur cautivo, después de la tragedia que fue la Guerra del Pacífico.
Los integrantes de la Bohemia Tacneña se unieron a los jóvenes modernistas arequipeños que habían iniciado un movimiento para rendir homenaje nacional y coronar con laureles a don Ricardo Palma. El ilustre tradicionista remitió una carta al joven José María Barreto, director de LETRAS.
Lima, noviembre de 1896
Señor José María Barreto Tacna
Estimado amigo:
Veo por el último número de LETRAS que he recibido, que también usted patrocina la desdichada idea que inició EL TORNEO de Arequipa. Agradezco lo cariñoso del propósito, pero lo rechazo. Presumo que, a la fecha, habrá publicado EL TORNEO la carta en que me niego a la broma de la coronación. Yo conozco mi tierra y mi gente, y no quiero dar pretexto a los imbéciles para que me pongan en la picota del ridículo.
Si Mostajo hubiese publicado mi carta, reprodúzcala usted. Nada de coronaciones a que estoy muy lejos de prestarme. Bástame con que la nueva generación me profese afecto. No está nuestra patria todavía en condiciones para coronar a nadie y menos a mí.
Muy rodeado de labores oficinescas, no tengo tiempo para borronear algo, como usted desea. Sin embargo le acompaño unos rengloncitos inéditos.
Con saludos a Federico Barreto y a Modesto Molina, quedo de usted apreciado afectísimo.
Ricardo Palma
Los “bohemios” tacneños, vaticinadores e inteligentes, con mayor visión que el común de sus paisanos para percibir los acontecimientos que vendrían, repararon en que el plebiscito estipulado en el Tratado de Ancón no sería jamás convocado.
Es entonces cuando en un momento en que el desánimo hacía fácil presa de los espíritus se recibe un mensaje vital, profundo, que nos recuerda las voces de González Prada o de Unamuno que se escucharían después. Era la voz del bohemio poeta Víctor González Mantilla que, lejos de la patria, viviendo en Oruro, Bolivia, escribe una carta a sus pares, de la que transcribimos su parte medular:
“ … la obra es lenta; lenta es la germinación de la semilla; pero su fruto es seguro. Trabajar, trabajar … pero sin humedecer la pluma en sangre, sin llenarse el cerebro de ruinas y devastaciones, sin necios clamoreos, sin imprecaciones, y con un ideal: la reconstrucción de todo lo deshecho. ¿ No hay espíritu público? ¡Formarlo! ¿Hay patriotismo? ¡Alentarlo! ¿Hay virtud? ¡Apoyarla! ¿No hay esperanza? ¡Crearla!”
Llegó el año 1894 y el plebiscito no se realizó. El gobierno de Santiago tenía la certeza que de haberse llevado adelante la consulta popular, como se había pactado, el voto sería unánime a favor del Perú.
Los integrantes de la Bohemia tacneña siguieron trabajando en la edición de LETRAS y colaborando en EL PROGRESISTA, que dirigía el poeta Federico Barreto. Con los años, poco a poco, como la gota que mina la dureza de la roca, la presencia del poder opresor hizo imposible que los bohemios alcanzaran sus objetivos. A propósito, Gróver Pango Vildoso, en su libro ALTAS LETRAS anota: “ La Bohemia Tacneña, que no llegó a consolidarse como un movimiento literario, fue más bien un sentimiento, un impulso nacido al calor del patriotismo. Su presencia como grupo fue diluyéndose al iniciarse el siglo, tal vez como consecuencia de la nueva burla a sus empeños, como fue el fracaso del Protocolo Billinghurst – La Torre, y también por el agudizamiento de la hostilidad contra el elemento peruano en ambas provincias”.
Tacna y Arica se mantuvieron cautivas hasta el 28 de Agosto de 1929 en que, mediante un nuevo tratado, Tacna retornó a la administración peruana y Arica pasó a formar parte del territorio chileno.
En la diáspora varios integrantes de la Bohemia Tacneña perecieron sin conocer el desenlace de los acontecimientos. Julio Moevius Chocano, en plena juventud, falleció en Hamburgo, en 1899; Carolina Freyre de Jaimes murió en 1916, en Buenos Aires; Víctor González Mantilla está enterrado en Iquique, desde 1907; Mario Centore falleció en 1920, abandonado por todos, en Valparaíso; Jerónimo de Lama partió en 1915 y Carlos Velarde en julio de 1929, un mes antes de la reincorporación de su ciudad natal al Perú, mientras que Federico Barreto, el poeta Cantor del Cautiverio, cerró sus ojos para siempre en Marsella, en octubre de 1929.
Es hora de devolverle la mirada a la Bohemia Tacneña, movimiento sui generis en la cultura nacional.
FREDY GAMBETTA (x)