UN ANIVERSARIO PATRIO EN CAUTIVERIO EN 1900

Aquel año 1900, estando próximo el 28 de Julio, día del Aniversario Nacional del Perú, y en vista de que la situación de represión era grande, de parte de las autoridades, un grupo de jóvenes, que organizaban un baile social y los socios del Club Unión, que tenían programado un banquete, suspendieron aquellas actividades. Los tiempos no estaban para celebrar.
El sábado 28 de Julio aparecieron sendos editoriales, saludando al Perú, y un aviso de la sociedad de Artesanos:
“EN VISTA DE ALGUNAS RESTRICCIONES IMPUESTAS POR LA AUTORIDAD EL DIRECTORIO HA RESUELTO SUPRIMIR LAS FIESTAS ACORDADAS EN CELEBRACION DEL ANIVERSARIO DE SU FUNDACION Y DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ.
LA EMPRESA”
Un espacio destacado mereció, en los diarios de aquel día, la carta que firmaba el doctor Artidoro Espejo, Presidente de la Sociedad de Artesanos, en la que explicaba la conferencia que sostuvo, el día anterior, con el Intendente Manuel Francisco Palacios. En ella dice que la autoridad observó que no debía cantarse el HIMNO DE TACNA, del poeta Molina, porque era lesivo a Chile y que, en su reemplazo, deberíamos entonar el Himno Nacional del Perú. También escribe el doctor Espejo que al ser preguntado sobre si hubiese una procesión, llevando el estandarte de la Sociedad, “le indiqué que se trataba únicamente de la Sociedad de Artesanos fuera a misa llevando su nuevo estandarte para hacerlo bendecir”.
El Intendente contestó que debían llevarlo plegado, porque era la enseña de un país extranjero y que, si acudía gente, “podía suceder que un roto (palabra textual) nos insultara, provocando un conflicto”.
El doctor Espejo consiguió que se autorizara llevar el estandarte al templo, desplegado. La condición era que, al terminar la misa, volviera la enseña acompañada solamente por el Directorio y que, la programación, y los acuerdos, deberían entregarlos al despacho del Intendente para publicarlos en el diario chileno EL NORTE.
No obtuvieron permiso para izar la bandera del Perú porque, en concepto de la autoridad chilena, estaban en un país extranjero y no tenían ningún representante consular. Tampoco autorizó quemar cohetes, bombardas o luces de bengala “porque alarman innecesariamente a la población y no se usaba en Chile esa costumbre”.
El Presidente de la Sociedad de Artesanos se reunió de urgencia con su Directorio, y algunos socios, y decidieron, conociendo el informe, suspender las actividades que estaban programadas y hacer conocer su decisión al Intendente Palacios.
En otro lugar destacado los diarios peruanos publican un mensaje que un grupo de notables tacneños dirige al señor Presidente de la Republica, Ingeniero Eduardo López de la Romaña. El texto es el siguiente:
“Tenemos el encargo de todos los peruanos que residen en esta parte del departamento de Tacna, de saludar a la patria en persona de su digno mandatario; así como de manifestar a Vuestra excelencia y al Congreso instalado que, a pesar de que en esta fecha grandiosa de la historia americana no hemos podido hacer flamear la bandera del Perú, nos alimenta, hoy más que nunca, la esperanza de que en un día no lejano podrá ese glorioso símbolo dar de nuevo sombra a nuestros hogares y desplegarse entonces como único soberano de esos territorios.
Suplicamos a Vuestra Excelencia hacer transmitir estos sentimientos al Congreso.
Mac Lean, Jiménez, Basadre y Forero, Monje Ledesma, Espejo, Salketd, Basadre, Barreto, Riveros, Cornejo, Ibarra, Belaúnde, Meza, Smtid, Trabuco, Carlevarino, Soza, Ostolaza, Pescetto, Rey, Vargas, Piélago, Bravo, Vives”
Un periodista, de LA VOZ DEL SUR, en la edición del 28 de julio, escribe un análisis de la letra del HIMNO A TACNA, del poeta Modesto Molina, para demostrar que en ella no hay ninguna ofensa a Chile, como alegaba el Intendente Palacios para justificar su decisión de no permitir que los peruanos tacneños, y ariqueños, celebraran el aniversario nacional del Perú.
La ciudad parecía un cementerio el día 28. Por la noche los chiquillos que pasaron frente al Club Unión, lanzaron cohetes y dieron vivas al Perú. Esto fue suficiente para que fueran atacados a sablazos por la policía. Como anécdota registramos que uno de los sablazos, dirigido al joven peruano Juan José Montes, fue esquivado con agilidad por éste y fue a dar en los hombros de César Palacios Infantes quien era, nada menos, que el hijo del Intendente, la primera autoridad chilena en Tacna y Arica.
Un brillante hijo de Tacna era el joven abogado Alfredo Neuhaus, miembro de una distinguida familia tacneña, quien se encontraba de visita en su ciudad natal. El, que estuvo cerca de los muchachos que vivaban a su patria, hizo lo propio. Inmediatamente fue detenido y llevado a la comisaría.
En la Plaza Colón los policías detuvieron al ciudadano chileno Hermógenes del Canto por cantar, en un grupo de peruanos, el Himno de Tacna. Del Canto fue expulsado del Club Tacna, regentando por chilenos. También apresaron al tacneño José Manuel Eyzaguirre, en la Prefectura de la Policía, junto a los chiquillos y jóvenes que, al día siguiente, en medio de dos filas de soldados armados, fueron conducidos, por las calles céntricas, rumbo al Juzgado del Crimen.
Para vergüenza de las fuerzas de ocupación, una niñita de diez años, de la familia Vargas Pomareda, fue amonestada por los policías al haberla encontrado batiendo una luz de bengala. La familia tuvo que pagar una multa de diez pesos que, en ese tiempo, no era poca cosa.
Igualmente era risible ver a los policías persiguiendo a los niños para arrancarles las escarapelas peruanas que se habían prendido en sus tiernos pechos.
Otra anécdota. En la tarde del 28 transitaba por una de las cuadras de la céntrica calle Bolívar, hoy San Martín, el Prefecto de la Policía. Al pasar frente a la casona de la familia italiana, Gnecco, dos bellas jóvenes, de esa nacionalidad, le dijeron: “Señor Jaramillo, viva el Perú ¡”. El interpelado contestó, frunciendo el seño, un sonoro “¡Muera!”
Pero no todos los chilenos eran cortados con la misma tijera. El Juez de Letras, Julio Salinas, fue saludado muy respetuosamente por cuatro jovencitos que paseaban en un coche descubierto, por la alameda. Al saludo le agregaron, “Señor Salinas ¡Viva el Perú!”. El, inteligentemente, se descubrió y contestó: “¡Qué viva!”
En el día de la fiesta nacional los consulados de Italia, España, Holanda, Bélgica, Austria – Hungría y un ciudadano chino, que se auto titulaba representante de su país, izaron al tope sus banderas.
A pesar de las prohibiciones oficiales, en la Iglesia de San Ramón se reunió la feligresía. El Párroco Alejandro Manrique celebró una misa y pronunció una oración fúnebre por la patria. El templo estaba repleto de fieles. En el intermedio las damas interpretaron piezas musicales. Sobresalieron los temas de Caballería Rusticana y el canto de la plegaria de esa ópera. El profesor Manuel Macedo dirigió la parte musical.
Terminada la misa las damas se dirigieron a la residencia del señor Alejandro Mac Lean. En sus instrumentos lucían cintas bicolores. No fueron molestadas por la policía.
Otros testimonio, de lo que sucedió aquel 28 de Julio, lo leemos en la columna LUNARIAS, que LA VOZ DEL SUR publicó el domingo 30. Ratifica lo que sabemos por otras fuentes, al contarnos que ese día fue de duelo. Era la primera vez que, después de veinte años de ocupación, los peruanos se vieron impedidos de celebrar el aniversario nacional.
“El comercio, en general extranjero, cerró sus puertas; el tráfico de vehículos fue interrumpido y las calles veiánse desiertas. No desiertas, de rato en rato las cruzaban, ruidosamente, patrullas de soldados armados…”
El cronista recuerda que ni en los primeros años de la ocupación se observaron estrictas prohibiciones. Entonces, el Jefe Político de Tacna, el poeta Eusebio Lillo, autor de la letra de la Canción Nacional de Chile, ofrecía todas las facilidades para que los peruanos celebraran sus efemérides.
Afirmaba que mucho mejor hubiera sido seguir la diplomacia aquella de los Soffia, los Velásquez, los Fierro o los Edwards y no la represión dura que imponía el Intendente Palacios. Aunque, al final, deduce que tal vez era mejor la actual táctica porque, al pretender chilenizar a la fuerza, a la población de Tacna y Arica, el resultado que obtendrían seria contrario a sus intereses.
Una hermosa lección ofrecieron los niños tacneños, el 28 de Julio, en el Liceo de Tacna al que tuvieron que asistir porque no era feriado. Dice el cronista de LA VOZ DEL SUR que los alumnos, aprovechando el descuido de sus profesores, fueron al salón de estudios musicales y, alrededor de un piano, tocado por uno de ellos, cantaron el Himno de Tacna que era, como lo apunta el periodista, “el credo del cautiverio”
“Mantengamos el fuego sagrado, del amor a la patria inmortal” repetían los niños en voz alta, cuando apareció el Inspector y tuvieron que callar. “ En sus ojos brillaba, en esos momentos, todo el santo patriotismo de sus tiernos corazones, que ni los textos que estudian ni los profesores extranjeros que les enseñan podrán hacer olvidar jamás… ¡
Con razón ha dicho alguien de los niños tacneños son como aquellos pequeños alsacianos que cuando les preguntaban sus maestros alemanes donde estaba su patria les contestaban aquí, golpeándose el corazón” (LA VOZ DEL SUR – 1 de Agosto de 1990)

Autor: Freddy Gambeta

(*) El 28 de Julio de 1901 sería la última vez que los tacneños podrían pasear la enseña patria. Aquel suceso se le conoce como “La Procesión de la Bandera”-